Me senté en la fina arena a observar el mar.  Desde ahí se miraba tan ancho, tan vasto, como un enorme universo de aguas superpuesto a otro universo menos denso.  Gaviotas blancas estilizadas rondaban por la playa.  Me quedé pensativa observándolas, mientras se me vino la loca idea de tener una charla imaginaria con la que tenía el plumaje más blanco. Sería por un momento Juan Salvador, tendría su misma ideología y me respondería como en el libro de Richard Bach, con mucha sabiduría.

Yo seguiría siendo Shanty y con mi mismo plantón de mujer callada, estuve sentada  como por una hora en la postura de piernas cruzadas.  Nadie a mi alrededor supo nunca que había sostenido –por supuesto en total silencio- una de las charlas más íntimas y convincentes-  A Juan Salvador le había preguntado sobre los misterios de la vida y él, con su ancestral sabiduría, me había respondido con una calma y una paciencia pasmosas.  Debí anotar sus respuestas… Apuesto a que ahora todos se preguntan qué fue lo que me contó…